Autor: Benito Estrella Pavo
El agua se extendía y cercía sin medida sobre la tierra, y el arca flotaba sobre el agua.
(Génesis, 7, 18)
Hoy vivimos en una sociedad
sobreinformada (Marc Augé). Una sociedad en la que el problema no es la
escasez de información, sino la sobreabundancia. La información ya no se
guarda en bibliotecas custodiadas con celo sagrado por guardianes de
una tradición que se considera sólo accesible a unos pocos, como nos
cuenta Umberco Eco en su novela El nombre de la rosa, sino que se multiplica y distribuye de forma exponencial a través de los nuevos medios técnicos, como el smartphone, que la pone además permanentemente al alcance de la mano.
Es tanta la información que se
produce a diario, que estamos paradójicamente desinformados, pues no hay
tiempo ni manera de metabolizarla, de convertirla en conocimiento sobre
el mundo en que vivimos. Hay, consecuentemente, un problema de saturación.
Del mismo modo que una planta se seca por falta de agua, también se
seca o se pudre por exceso de ella. Y no crece, ni se desarrolla, ni
produce fruto alguno.
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